Texto: Javier Carrillo
Japón, escrito en kanji, puede leerse tanto Nippon como Nihon, y dado que ambas lecturas se utilizan, su gobierno no ha determinado una única lectura y ambas se consideran correctas. Pero dejando a un lado el nombre oficial en su patria, este hermoso país isleño de la parte Noroeste del océano Pacífico y tierra de las flores de cerezo en donde el Sol ha sido el símbolo de su fe y adoración por la naturaleza, cuenta con tan honda dinastía, religión, historia, tradición y belleza, que visitarla resulta una oferta imposible de resistir. Templos con tejados de oro, santuarios de tranquilidad y refinados jardines, le otorgan una discreta elegancia arquitectónica, pero aun cuando es innegable la influencia ejercida de Asia, Europa y Estados Unidos en su cultura, mantienen con un honor de samurái sus artes como el teatro, literatura, cine, ceremonias ancestrales como tomar el té, deportes, fiestas, las supersticiones que enseñan lecciones de vida, y qué decir de su gastronomía, una de las más coloridas, deliciosas y espectaculares en el mundo, además de su música, extraída desde el corazón para interpretarse a través de instrumentos tan suyos como el koto y la guitarra shamisen. A Japón hay que visitarlo para vivirlo en todo su esplendor, con ese brillo tan particular que da su único, espectacular, Sol Naciente.